vidagon
Ser o no ser, esa es la cuestión
William Shakespeare
Pensar, pensar, pensar. En eso paso los días. Pensado en qué hacer con mi vida, hacia dónde dirigirla. El problema de la decisión, el problema de elegir, el problema de la libertad. El problema de no saber qué hacer, de titubear con cada paso que doy.
¿Y en qué consiste este problema? O mejor planteada la pregunta ¿Por qué tengo ese problema? Miedo. Todo se reduce a miedo de equivocarme. De no hacer realmente lo que quiero, de dejar a un lado el corazón, miedo a abandonar un sueño. Como alguna vez leí en algún lado, desprenderse de la realidad no es nada, lo heroico no es desprenderse de un sueño.
Pero el caso es que no me desaprendo de nada, porque ese sueño, ese pensamiento, es irreal, es algo así como el poder volar. Sería fantástico, pero uno sabe que es imposible, y entonces no sufre por no poder volar. Algo así pasa. Uno sabe que no es posible, y no sufre por no poder conseguirlo, pero no puede reprimir una sonrisa cada vez que se piensa.
Sería magnífico poder coger tus sentimientos y ordenarlos; y poder leerlos como un libro, despacio y con un orden lógico, sin saltos de unos a otros, sin bucles, con minuciosidad, separando unos de otros, y no mezclándolos como óleos.
Como tantas otras veces, es sin duda el tiempo el sabio entre los sabios, el pondrá todo en orden, a cada uno en su lugar.
¿Y en qué consiste este problema? O mejor planteada la pregunta ¿Por qué tengo ese problema? Miedo. Todo se reduce a miedo de equivocarme. De no hacer realmente lo que quiero, de dejar a un lado el corazón, miedo a abandonar un sueño. Como alguna vez leí en algún lado, desprenderse de la realidad no es nada, lo heroico no es desprenderse de un sueño.
Pero el caso es que no me desaprendo de nada, porque ese sueño, ese pensamiento, es irreal, es algo así como el poder volar. Sería fantástico, pero uno sabe que es imposible, y entonces no sufre por no poder volar. Algo así pasa. Uno sabe que no es posible, y no sufre por no poder conseguirlo, pero no puede reprimir una sonrisa cada vez que se piensa.
Sería magnífico poder coger tus sentimientos y ordenarlos; y poder leerlos como un libro, despacio y con un orden lógico, sin saltos de unos a otros, sin bucles, con minuciosidad, separando unos de otros, y no mezclándolos como óleos.
Como tantas otras veces, es sin duda el tiempo el sabio entre los sabios, el pondrá todo en orden, a cada uno en su lugar.
1 comentario:
Yo solo espero que el tiempo nos permita volar...
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