La perfección es muerte; la imperfección es el arte.
Manuel Vicent
Llevo mucho tiempo dedicado a ordenar pensamientos, a intentar priorizar, a analizar minuciosamente los porqués de todo o casi todo, buscando una explicación lógica, un razonamiento deductivo que de motivos y explicaciones a multitud de preguntas.
¿Sirven los porqués para algo? Eso estoy planteándome ahora. Después de pasarme una vida teorizando sobre la vida, escribiendo, meditando, dialogando, buscando y comparando no sé si esto tiene algún fruto, si esto de la teoría llega a ser práctico.
Cuando encuentro, o creo encontrar, un porqué de algo, siento una especie de alivio; un albor de comprensión, una especie de consuelo. Cuando creo entender a las personas, al género humano o a mí mismo hago mía una sensación de seguridad, de control.
El ser humano es un campo lo suficientemente amplio como para pasar una vida dedicado a él y no haber aclarado nada. ¿Son necesarias las humanidades?¿Las ciencias del ser humano? Creo que lo son únicamente para dar esa seguridad en sus acciones al hombre, para garantizarle mediante una ética o una filosofía, una buena conciencia, una legitimidad a la hora de interactuar con el resto de semejantes y organizar medianamente las sociedades y civilizaciones.
Pero a la Humanidad, a la Humanidad vista desde la mejora del bienestar, las teorías humanísticas no aportan nada. Sin embargo sí lo hace la ciencia. La ciencia aporta bienestar, salud, comunicación, accesibilidad y mejora en la calidad de vida. La ciencia es práctica, pese a su parte teórica, la ciencia es palpable y comprobable; y las humanidades son solo especulativas.
Quizás esa especulación y ese no poder rebatir nada de manera absoluta son las que le brindan ese encanto. Quizás sea ese continuo misterio que es el ser humano el que las hace atractiva; esa continua inexactitud. Tal vez sea por eso, porque nadie puede decir que mi pensamiento es erróneo, ni el de nadie; porque no hay verdades absolutas ni errores absolutos. Todo son teorías. Todo son creencias. Todo es relativo.
Quizás sea la imperfección, al igual que ocurre con el arte, lo que las hace tan mágicas y especiales. La perfección es aburrida, monótona. Lo perfecto es único y no da lugar a opiniones y debates; no hay más que un razonamiento posible, una única solución, una verdad indiscutible. En las letras y las humanidades no sucede eso. Son más artísticas, más cercano a lo humano y lo sublime, imperfectas; y es en imperfección e imprecisión donde reside su atractivo.
¿Sirven los porqués para algo? Eso estoy planteándome ahora. Después de pasarme una vida teorizando sobre la vida, escribiendo, meditando, dialogando, buscando y comparando no sé si esto tiene algún fruto, si esto de la teoría llega a ser práctico.
Cuando encuentro, o creo encontrar, un porqué de algo, siento una especie de alivio; un albor de comprensión, una especie de consuelo. Cuando creo entender a las personas, al género humano o a mí mismo hago mía una sensación de seguridad, de control.
El ser humano es un campo lo suficientemente amplio como para pasar una vida dedicado a él y no haber aclarado nada. ¿Son necesarias las humanidades?¿Las ciencias del ser humano? Creo que lo son únicamente para dar esa seguridad en sus acciones al hombre, para garantizarle mediante una ética o una filosofía, una buena conciencia, una legitimidad a la hora de interactuar con el resto de semejantes y organizar medianamente las sociedades y civilizaciones.
Pero a la Humanidad, a la Humanidad vista desde la mejora del bienestar, las teorías humanísticas no aportan nada. Sin embargo sí lo hace la ciencia. La ciencia aporta bienestar, salud, comunicación, accesibilidad y mejora en la calidad de vida. La ciencia es práctica, pese a su parte teórica, la ciencia es palpable y comprobable; y las humanidades son solo especulativas.
Quizás esa especulación y ese no poder rebatir nada de manera absoluta son las que le brindan ese encanto. Quizás sea ese continuo misterio que es el ser humano el que las hace atractiva; esa continua inexactitud. Tal vez sea por eso, porque nadie puede decir que mi pensamiento es erróneo, ni el de nadie; porque no hay verdades absolutas ni errores absolutos. Todo son teorías. Todo son creencias. Todo es relativo.
Quizás sea la imperfección, al igual que ocurre con el arte, lo que las hace tan mágicas y especiales. La perfección es aburrida, monótona. Lo perfecto es único y no da lugar a opiniones y debates; no hay más que un razonamiento posible, una única solución, una verdad indiscutible. En las letras y las humanidades no sucede eso. Son más artísticas, más cercano a lo humano y lo sublime, imperfectas; y es en imperfección e imprecisión donde reside su atractivo.
1 comentario:
"El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe a dónde va."
Antoine de Saint- Exupery
Un beso
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