literagon
Título: El Capitán Alatriste. Limpieza de Sangre.
Autor: Arturo Pérez-Reverte.
Género: Aventuras/Histórico.
Como bien dije en el apartado de cine, no soy crítico literario, ni cerca quedo de ello; pero ya que he tenido la oportunidad de leer un libro, que menos que compartir mis impresiones con aquellos que quieran tenerlas.
Mi parecer sobre este libro, al igual que sobre el primero de la saga, es siempre positivo. Entretenido, perfectamente escrito en un estilo que imita a la picaresca del siglo de Oro español, rápido en cuanto al transcurso de los hechos; fiel a los acontecimientos y biografías de la época, documentado y repleto de frases que invitan como mínimo a la reflexión.
El libro, aparte de narrar una historia picaresca, se detiene a narrar tanto la costumbres de la Inquisición como de las gentes de la época; dando una visión general de la miseria del pueblo llano frente al esplendor y poderío de la España imperial, tan idealizada y legendaria.
Cuando se narran las actividades de la Santa Inquisición, deja de entrever la sangre fría de esta institución que quedó, a mi parecer, muy lejos de su verdadero ideal y de su verdadera fe, persiguiendo por puros intereses terrenales, sin remordimiento alguno y bajo cualquier precio. Sin duda, una de las organizaciones más hipócritas de la humanidad, y que quizás hoy tenga la culpa, o parte de ella, de la poca credibilidad de la Iglesia. Extraigo aquí uno de los mejores extractos del libro:
“No había piedad en ellos, ni siquiera esos ápices de humanidad que a veces uno vislumbra incluso en los más desalmados. Frailes, juez, escribano y verdugos se comportaban con una frialdad y un distanciamiento tan rigurosos que era precisamente lo que más pavor producía; más, incluso, que el sufrimiento que eran capaces de infligir: la helada determinación de quien se sabe respaldado por leyes divinas y humanas, y en ningún momento pone en duda la licitud de lo que hace. Después, con el tiempo, aprendí que, aunque todos los hombres somos capaces de lo bueno y de lo malo, los peores siempre son aquellos que, cuando administran el mal, lo hacen amparándose en la autoridad de otros, en la subordinación o en el pretexto de la órdenes recibidas. Y si terribles son quienes dicen actuar en nombre de una autoridad, una jerarquía o una patria, mucho peores son quienes se estiman justificados por cualquier dios. Puestos a elegir con quién habérselas a la hora, a veces insoslayable, de tratar con gente que hace el mal, preferí siempre a aquellos capaces de no acogerse más que a su propia responsabilidad. Porque en las cárceles secretas de Toledo puede aprender casi a costa de mi vida, que nada hay más despreciable, ni peligroso, que un malvado que cada noche se va a dormir con la conciencia tranquila. Muy malo es eso. En especial, cuando viene parejo con la ignorancia, la superstición, la estupidez o el poder; que a menudo se dan juntos. Y aún resulta peor cuando se actúa como exegeta de una solo palabra, sea del Talmud, la Biblia, el Alcorán o cualquier otro escrito o por escribir. No soy amigo de dar consejos – a nadie lo acuchillan en cabeza ajena -, mas ahí va uno de barato: desconfíen siempre vuestras mercedes de quien es lector de un solo libro”
Este texto podría ser una perfecta recomendación en los días que corren, con tanto fundamentalista suelto, y con tanta polémica desatada en torno a la religión. Quizás por su asombrosa actualidad me ha gustado tanto.
Para concluir, puntuaría este libro con un ocho y medio.
Autor: Arturo Pérez-Reverte.
Género: Aventuras/Histórico.
Como bien dije en el apartado de cine, no soy crítico literario, ni cerca quedo de ello; pero ya que he tenido la oportunidad de leer un libro, que menos que compartir mis impresiones con aquellos que quieran tenerlas.
Mi parecer sobre este libro, al igual que sobre el primero de la saga, es siempre positivo. Entretenido, perfectamente escrito en un estilo que imita a la picaresca del siglo de Oro español, rápido en cuanto al transcurso de los hechos; fiel a los acontecimientos y biografías de la época, documentado y repleto de frases que invitan como mínimo a la reflexión.
El libro, aparte de narrar una historia picaresca, se detiene a narrar tanto la costumbres de la Inquisición como de las gentes de la época; dando una visión general de la miseria del pueblo llano frente al esplendor y poderío de la España imperial, tan idealizada y legendaria.
Cuando se narran las actividades de la Santa Inquisición, deja de entrever la sangre fría de esta institución que quedó, a mi parecer, muy lejos de su verdadero ideal y de su verdadera fe, persiguiendo por puros intereses terrenales, sin remordimiento alguno y bajo cualquier precio. Sin duda, una de las organizaciones más hipócritas de la humanidad, y que quizás hoy tenga la culpa, o parte de ella, de la poca credibilidad de la Iglesia. Extraigo aquí uno de los mejores extractos del libro:
“No había piedad en ellos, ni siquiera esos ápices de humanidad que a veces uno vislumbra incluso en los más desalmados. Frailes, juez, escribano y verdugos se comportaban con una frialdad y un distanciamiento tan rigurosos que era precisamente lo que más pavor producía; más, incluso, que el sufrimiento que eran capaces de infligir: la helada determinación de quien se sabe respaldado por leyes divinas y humanas, y en ningún momento pone en duda la licitud de lo que hace. Después, con el tiempo, aprendí que, aunque todos los hombres somos capaces de lo bueno y de lo malo, los peores siempre son aquellos que, cuando administran el mal, lo hacen amparándose en la autoridad de otros, en la subordinación o en el pretexto de la órdenes recibidas. Y si terribles son quienes dicen actuar en nombre de una autoridad, una jerarquía o una patria, mucho peores son quienes se estiman justificados por cualquier dios. Puestos a elegir con quién habérselas a la hora, a veces insoslayable, de tratar con gente que hace el mal, preferí siempre a aquellos capaces de no acogerse más que a su propia responsabilidad. Porque en las cárceles secretas de Toledo puede aprender casi a costa de mi vida, que nada hay más despreciable, ni peligroso, que un malvado que cada noche se va a dormir con la conciencia tranquila. Muy malo es eso. En especial, cuando viene parejo con la ignorancia, la superstición, la estupidez o el poder; que a menudo se dan juntos. Y aún resulta peor cuando se actúa como exegeta de una solo palabra, sea del Talmud, la Biblia, el Alcorán o cualquier otro escrito o por escribir. No soy amigo de dar consejos – a nadie lo acuchillan en cabeza ajena -, mas ahí va uno de barato: desconfíen siempre vuestras mercedes de quien es lector de un solo libro”
Este texto podría ser una perfecta recomendación en los días que corren, con tanto fundamentalista suelto, y con tanta polémica desatada en torno a la religión. Quizás por su asombrosa actualidad me ha gustado tanto.
Para concluir, puntuaría este libro con un ocho y medio.
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