El honor es como las cerillas: solo sirve una vez
Es más que sabido que en esta vida a veces se gana, y a veces se pierde; y es aún más que sabido, que siempre es más divertido cuando se pierde. Y eso deben pensar los dirigentes y coordinadores de las campañas electorales cuando planifican para justificar de esta manera su “todo vale”.
Hay muchas formas de ganar, y muchas de perder. Se puede perder por mala suerte o porque simplemente nuestro adversario es mejor. Y cuando uno pierde en esa última circunstancia, uno agacha la cabeza, lo asume, y le proporciona subconscientemente una legitimidad.
Sin embargo, cuando se recurre sistemáticamente a la picaresca, y a veces tendiendo a la jugarreta; uno no asume la derrota como tal, sino que le quita legitimidad a la victoria, y es incapaz de asumir que el ganador es mejor que uno.
Por otra parte, quien juega al “todo vale” y gana siente un dolor en la conciencia, una mosca pequeña y cojonera que lo persigue donde quiera que vaya. Y quiere creerse este ganador que ha ganado con honor y legitimidad; pero él es consciente de que no; y por eso, por ocultar sus infamias, miseria y ruindad se vuelve agresivo contra sus antiguos rivales; y no se conforma con haberles arrebatado la victoria de forma deshonesta, sino que quiere quitarlos de en medio para no tener que mirarlos a los ojos, para no avivar su dolor en la conciencia.
Prefiero perder con dignidad y dormir tranquilo; que ganar y no poder volver a ver mi rostro ante el espejo.
Arthur Schopenhauer
Es más que sabido que en esta vida a veces se gana, y a veces se pierde; y es aún más que sabido, que siempre es más divertido cuando se pierde. Y eso deben pensar los dirigentes y coordinadores de las campañas electorales cuando planifican para justificar de esta manera su “todo vale”.
Hay muchas formas de ganar, y muchas de perder. Se puede perder por mala suerte o porque simplemente nuestro adversario es mejor. Y cuando uno pierde en esa última circunstancia, uno agacha la cabeza, lo asume, y le proporciona subconscientemente una legitimidad.
Sin embargo, cuando se recurre sistemáticamente a la picaresca, y a veces tendiendo a la jugarreta; uno no asume la derrota como tal, sino que le quita legitimidad a la victoria, y es incapaz de asumir que el ganador es mejor que uno.
Por otra parte, quien juega al “todo vale” y gana siente un dolor en la conciencia, una mosca pequeña y cojonera que lo persigue donde quiera que vaya. Y quiere creerse este ganador que ha ganado con honor y legitimidad; pero él es consciente de que no; y por eso, por ocultar sus infamias, miseria y ruindad se vuelve agresivo contra sus antiguos rivales; y no se conforma con haberles arrebatado la victoria de forma deshonesta, sino que quiere quitarlos de en medio para no tener que mirarlos a los ojos, para no avivar su dolor en la conciencia.
Prefiero perder con dignidad y dormir tranquilo; que ganar y no poder volver a ver mi rostro ante el espejo.
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