28 octubre 2007

¿Por qué escribo?


La fuerza del carácter con frecuencia no es más que debilidad de sentimientos.
Arthur Schnitzler

No sé si en alguna entrada anterior he contestado esta pregunta, o si la he planteado si quiera. El caso es que hoy me la he vuelto a preguntar a mi mismo; y me apetece contestarme.


Empecé a escribir porque por una vez en la vida quería cumplir con lo que me proponía. Siempre he amado la literatura, en varios sentidos. El primero en la facilidad con la que uno puede modelar su realidad, hablar de sí mismo sin hablar, imaginar como sería el mundo de determinadas maneras y crear personalidades y sentimientos que tal vez no sea capaz de adquirir en la realidad.

Por otro lado, y este lado quizás este más vinculado a la lectura y la filosofía, es por la capacidad de teorizar acerca de lo práctico, acerca de la vida. Uno para, se sienta y piensa, y analiza los porqués de este mundo; se analiza a sí mismo, e intenta comprenderse.

Siempre he tenido muchas cosas que decir. Quizás sea demasiado expresivo, demasiado impulsivo; y por eso me aferro a la razón, por miedo a las emociones y a los sentimientos, o por mi incapacidad para domarlos.

Por eso empecé este blog. Para hablar sin hablar; para comentar mi vida en tercera persona y siempre desde un modo profundo y totalmente anónimo. Sin nombres, sin lugares, sin personajes, sin descripciones físicas. Únicamente es una radiografía del alma, una mirada introspectiva, un poner en orden mis pensamientos sin reivindicarlos explícitamente como míos; acudiendo en ocasiones a la metáfora y eludiendo siempre la responsabilidad de la primera persona.

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