Nadie necesita más unas vacaciones que el que acaba de tenerlas.
Elbert Hubbard
Coincidiendo con mi reciente viaje y habiendo tenido numerosos momentos de silencio en viajes, me ha dado que pensar sobre el actual turismo, sobre las vacaciones y sobre el descanso.
Mi aventura italiana queda lejos de ser unas vacaciones de descanso. Es más, el estrés acumulado durante los días de viaje a lo largo de la geografía italiana despeja cualquier duda. Llega entonces la cuestión del turismo ¿por qué viajamos en vacaciones?
El concepto clásico de vacaciones conlleva un descanso, una relajación, haciéndose ajeno uno de las rutinas, los madrugones, el estrés y de la escasez de tiempo libre. Uno concibe unas vacaciones con un despertar más cercano al medio día que a la salida del sol; sin embargo, uno es capaz de sacrificar su periodo de descanso por conocer nuevos lugares.
Sin embargo, he podido comprobar como las personas se acumulan en distintas ciudades artísticas y culturales en busca de obras arquitectónicas, escultóricas y pictóricas en su mayoría. ¿Pero puede uno decir que va a contemplar arte cuándo en seis horas ha de ver ciudades enteras del calibre de Florencia, Roma o Venecia?
Cuando uno contempla un cuadro, un trozo de mármol esculpido o un edificio parece que está buscando el “yo estuve allí”, más que comprender la esencia y el misterio de cada obra de arte. Para poder llegar a apreciar una obra de arte hay que saborearla, disfrutarla, palparla, sentirla. Permanecer tal vez varios minutos simplemente contemplando y enriqueciendo el alma a través de los sentidos. Respirar distintos aires. Escuchar distinta música. Degustar gastronomías. Entonces es cuando uno aspira a comprender y asimilar su magia y esencia. Pero eso, hoy en día, es imposible haciendo el turismo que hoy se practica.
Resulta mucho más práctico hojear cada cual en su casa las distintas obras de arte, comprender su contexto histórico, informarse acerca de las obras; y una vez delante de ellas, fingir o recordar aquella comprensión que uno en la paz del hogar pudo hacer suya.
¿Por qué viajamos entonces? ¿Por qué viaja tanta gente a la vez, hacia los mismos sitios? Será parte de la moda, del turismo como negocio lucrativo. Será por culpa de la televisión, de los medios de comunicación en general, de la sociedad; que confunde el desplazamiento con el viaje, que intenta reducir la categoría de un viaje a la de un simple desplazamiento a través de distintas geografías, que intenta darle un aire erudito a un movimiento puramente superficial e insípido, convirtiendo los viajes turísticos casi a las rutas que realizan los camioneros, con la salvedad de que éstos no vuelven con una cantidad ingente de “souvenir” y fotografías.
Mi aventura italiana queda lejos de ser unas vacaciones de descanso. Es más, el estrés acumulado durante los días de viaje a lo largo de la geografía italiana despeja cualquier duda. Llega entonces la cuestión del turismo ¿por qué viajamos en vacaciones?
El concepto clásico de vacaciones conlleva un descanso, una relajación, haciéndose ajeno uno de las rutinas, los madrugones, el estrés y de la escasez de tiempo libre. Uno concibe unas vacaciones con un despertar más cercano al medio día que a la salida del sol; sin embargo, uno es capaz de sacrificar su periodo de descanso por conocer nuevos lugares.
Sin embargo, he podido comprobar como las personas se acumulan en distintas ciudades artísticas y culturales en busca de obras arquitectónicas, escultóricas y pictóricas en su mayoría. ¿Pero puede uno decir que va a contemplar arte cuándo en seis horas ha de ver ciudades enteras del calibre de Florencia, Roma o Venecia?
Cuando uno contempla un cuadro, un trozo de mármol esculpido o un edificio parece que está buscando el “yo estuve allí”, más que comprender la esencia y el misterio de cada obra de arte. Para poder llegar a apreciar una obra de arte hay que saborearla, disfrutarla, palparla, sentirla. Permanecer tal vez varios minutos simplemente contemplando y enriqueciendo el alma a través de los sentidos. Respirar distintos aires. Escuchar distinta música. Degustar gastronomías. Entonces es cuando uno aspira a comprender y asimilar su magia y esencia. Pero eso, hoy en día, es imposible haciendo el turismo que hoy se practica.
Resulta mucho más práctico hojear cada cual en su casa las distintas obras de arte, comprender su contexto histórico, informarse acerca de las obras; y una vez delante de ellas, fingir o recordar aquella comprensión que uno en la paz del hogar pudo hacer suya.
¿Por qué viajamos entonces? ¿Por qué viaja tanta gente a la vez, hacia los mismos sitios? Será parte de la moda, del turismo como negocio lucrativo. Será por culpa de la televisión, de los medios de comunicación en general, de la sociedad; que confunde el desplazamiento con el viaje, que intenta reducir la categoría de un viaje a la de un simple desplazamiento a través de distintas geografías, que intenta darle un aire erudito a un movimiento puramente superficial e insípido, convirtiendo los viajes turísticos casi a las rutas que realizan los camioneros, con la salvedad de que éstos no vuelven con una cantidad ingente de “souvenir” y fotografías.
3 comentarios:
Pues... Si. tu solo, sin ayuda de nadie has llegado a una conclusión sociológica. el turismo es un fenómeno de masas, social, en el que la sociedad moderna inculca a las nuevas generaciones un estilo de vida. por ejemplo, una familia que a duras penas llega a final de mes ahorra o pide un crédito para en vacaciones poder ir de viaje y derrochar como si sus problemas económicos no existieran. esta sensación de "felicidad" la da el mercado y la enseña el mercado. hace que hasta creamos que somos felices de verdad endeudándonos para el resto del año al igual que si nos comprámos los coches más caros o las casas más grandes.
cuadno uno ya lo tiene todo, cuando se han llenado todos los vacíos, cabe la posibilidad de sentirnos perdidos porque no nos queda ninguna meta en la vida que alcanzar. entonces, ese desequilibrio estructural característico de los estados de bienestar lo soluciona el mercado creando e inventando nuevas necesidades.
En fin, creo que he soltado una parrafada pero... los temas sociales me gustan.
un beso
Ciertamente, la mayoría de la gente creo que viaja por tener su foto al lado del Partenon, el Coliseum o la Venus de Milo. Es una pena. Y lo más triste es que esas personas consideran que "han visto mundo".
Yo, cuando viajo fuera, prefiero quedarme sin ver cosas (así tengo la excusa para volver ;)) y disfrutar realmente de unas cuantas. En unos días no puedes ver todos los museos ni todos los paisajes ni probar todas las comidas. Es cuestión de seleccionar y saborear al máximo el itinerario escogido. No cabe en mi mente eso de estar media hora en cada sitio para verlo todo (y tomar fotos de todo).
En mi humilde opinión, hasta en eso la sociedad es borrega. Como bien dice Ank-su-ra, se ha convertido en el simple movimiento de masas que pasa más tiempo en las tiendas de souvenirs que en las verdaderas delicias del viaje.
En fin... allá cada uno. Yo no disfruto así ni la vida ni mis viajes. Al parecer, vosotros tampoco.
Un beso!
Bonita reflexión veraniega.
Efectivamente, en verano "toca irse de vacaciones", porque es lo que toca, lo normal, "lo que hace to dios".
Para gente que le gusta ir a contracorriente, como yo, prefiero más viajar en otras épocas y el verano pasarlo en la ciudad. ¿Por qué? Porque puede ser un disfrute doble:
- Disfrutas de una ciudad, que aunque muy calurosa, tiene bastante menos población, y puedes ir a los sitios (tiendas, cafeterías, cines...) sin tantas aglomeraciones.
- Por otro lado, cuando sales a viajar, a conocer sitios, qué mejor que hacerlo cuando hay menos gente (a este punto doy la impresión de ser un antisocial). Hagamos una reflexión: yo quiero visitar un lugar, que en verano está atestado de gente. Con lo cual, tengo que guardar cola, y verlo "a empujones". Sin embargo, en otra época con menos gente, puedo permanecer más rato, verlo con mayor tranquilidad...
Por otra parte, habría que reflexionar en que no es lo mismo irse de viaje que irse de vacaciones: un tipo de vacaciones puede ser un viaje, pero un viaje no tienen porqué ser unas vacaciones, precisamente por el ritmo que se suele imponer.
Me quedo con lo de visitar poco pero bien, captando la esencia. Y si voy a ver arte, monumentos, por lo menos enterarme antes qué es lo que voy a visitar, y no solamente sirva para, efectivamente sacarme una foto, y decirle a los amigos "mira! yo estuve alli!!".
Saludos
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