16 diciembre 2006

Inseguridades

vidagon

La desconfianza es madre de la seguridad.
Aristófanes

La inseguridad es sin duda una de esas características que uno jamás escogería para sí mismo si tuviera que elegir. La falta de fe en uno mismo no se transforma más que en flaqueos a la hora de tomar decisiones, de seguir un camino o de creer en algo.


La esperanza, como eterno último recurso para todos, se ve seriamente daña y obstruida por la inseguridad. Esas ganas en forma de creencia por que algo suceda nunca desaparecen, siempre están ahí, aunque el pesimismo hacia uno mismo hagan que se aleje sin querer.

O tal vez sea queriendo. ¿No puede pasar que cuándo deseamos algo, tenemos a la vez un miedo a que pase? Porque no sabemos qué pasará una vez que eso ocurra, y aunque deseamos algo realmente, nos consolamos o escudamos tras esa inseguridad sobre si pasará o cómo pasará, para evitar la gran inseguridad, que es qué pasará una vez ese deseo se haga nuestro.

A veces somos cobardes hasta para reconocer nuestros miedos. Nos asusta reconocernos temerosos de algo a nosotros mismos. Nos gusta engañarnos. Nos gusta vivir en esa falsa idea, que a fin de cuentas, trasmite seguridad.

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