vidagon
Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año.
Con un poco de retraso, debido a mis viajes navideños y a mi, últimamente insuperable, dolor de garganta, no he podido felicitar la navidad a todos mis lectores. Con un día de retraso, y pensando en lo que aún queda de fiestas: FELIZ NAVIDAD A TODOS.
Recuerdo ahora con una cierta nostalgia y siempre un poco de pena las navidades de mi infancia. Eran bien distintas a estas, entre otras cosas, porque existía algo que ahora parece ser se ha ido, aunque no tiene porque ser definitivamente: el espíritu navideño.
El espíritu navideño no se cierne sólo a la ilusión por los Reyes Magos. Va más allá. Desde el día de la Lotería de Navidad, hasta el día de Reyes. Día a día, todos eran especiales, por unas cosas o por otras. La Nochebuena era una enorme fiesta familiar, donde todo el mundo, o por lo menos para lo ojos de un inocente niño, se dejaban de lado cualquier preocupación familiar o de otro menester, y se daba paso al júbilo y a los villancicos; terminando la noche en la misa del Gallo.
El día de Navidad era como una Nochebuena, pero al mediodía, y con la otra parte de la familia. No era el mismo ambiente, pero tenía también su especial color. La Nochevieja, era otra Nochebuena, pero con uvas a las doce. Y qué decir del día de Reyes… esa larga noche sin dormir, mirando de reojo a ver si Melchor, Gaspar y Baltasar han dejado por fin los regalos bajo los zapatos. Y el día entero, repitiendo incansablemente los regalos que te habían traído los Reyes.
Pero por desgracia… esa chispa de inocencia e ilusión que se tienen únicamente cuando eres niño, y que sin duda constituye el milagro de ser niño, se pierde con los años. Uno siempre intenta ponerle ilusión, pero sabe que nunca volverá a ser como aquellos años donde las zambombas eran más importantes que el aguinaldo. Ahora, intento que año tras año, todos los amigos, nos juntemos para comer en Navidad, pese a las peleas y los roces, para recordarnos que una vez todos fuimos amigos.
Hoy es ese día, a ver como sale este año.
Charles Dickens
Con un poco de retraso, debido a mis viajes navideños y a mi, últimamente insuperable, dolor de garganta, no he podido felicitar la navidad a todos mis lectores. Con un día de retraso, y pensando en lo que aún queda de fiestas: FELIZ NAVIDAD A TODOS.
Recuerdo ahora con una cierta nostalgia y siempre un poco de pena las navidades de mi infancia. Eran bien distintas a estas, entre otras cosas, porque existía algo que ahora parece ser se ha ido, aunque no tiene porque ser definitivamente: el espíritu navideño.
El espíritu navideño no se cierne sólo a la ilusión por los Reyes Magos. Va más allá. Desde el día de la Lotería de Navidad, hasta el día de Reyes. Día a día, todos eran especiales, por unas cosas o por otras. La Nochebuena era una enorme fiesta familiar, donde todo el mundo, o por lo menos para lo ojos de un inocente niño, se dejaban de lado cualquier preocupación familiar o de otro menester, y se daba paso al júbilo y a los villancicos; terminando la noche en la misa del Gallo.
El día de Navidad era como una Nochebuena, pero al mediodía, y con la otra parte de la familia. No era el mismo ambiente, pero tenía también su especial color. La Nochevieja, era otra Nochebuena, pero con uvas a las doce. Y qué decir del día de Reyes… esa larga noche sin dormir, mirando de reojo a ver si Melchor, Gaspar y Baltasar han dejado por fin los regalos bajo los zapatos. Y el día entero, repitiendo incansablemente los regalos que te habían traído los Reyes.
Pero por desgracia… esa chispa de inocencia e ilusión que se tienen únicamente cuando eres niño, y que sin duda constituye el milagro de ser niño, se pierde con los años. Uno siempre intenta ponerle ilusión, pero sabe que nunca volverá a ser como aquellos años donde las zambombas eran más importantes que el aguinaldo. Ahora, intento que año tras año, todos los amigos, nos juntemos para comer en Navidad, pese a las peleas y los roces, para recordarnos que una vez todos fuimos amigos.
Hoy es ese día, a ver como sale este año.
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