Ovidio
Hay últimamente una obsesión generalizada por la utilidad. Tal vez sea la sociedad posindustrial, la inmediatez de la era de las comunicaciones o la necesidad constante de que todo tenga un fin práctico y directo. No lo tengo nada claro, pero que la carrera por la utilidad ha invadido todos los espacios de la sociedad es algo que parece evidente. Incluso aquellos que deberían ser ajenos a estas luchas y carreras, como la Universidad.
Esta reflexión nace en un comentario que he leído sobre la Filosofía, aunque creo que puede extrapolarse al resto de disciplinas de Humanidades. Los planes de estudios cada vez las apartan más de sus currículos porque “no tienen utilidad práctica”.
“Utilidad práctica”, en mi opinión, contiene ya cierta redundancia, y creo que lo que realmente se quiere expresar es que su utilidad no es inmediata, no puede consumirse al instante de aprenderse, no pueden verse ni medirse sus resultados y no puede evaluarse con un “método científico” el desempeño de su actividad. Creo, honestamente, que a eso se refieren los que argumentan que ciertas disciplinas como la Filosofía (o la lengua) no son prácticas.
Mi opinión, por el contrario, disiente completamente. Considero que las ramas de las Humanidades son útiles en cuanto crean mejores individuos, aunque esa “mejoría” no siempre es medible. Por ejemplo, creo que la Filosofía Política, el hecho de preguntarse ciertas cosas, el hecho de hacer ciertas preguntas, construye mejores ciudadanos, que no genera dinero de manera inmediata, pero que ayuda a construir sociedades más justas y, a la larga, más ricas.
De la misma manera, la lengua ayuda a pensar, a crear conceptos, a interpretar el mundo, porque el pensamiento lo manejamos a través de la lengua y, creo, que cuanto mejor dominio tengamos del lenguaje, mejor lo tendremos del pensamiento y seremos capaces de controlar de una mejor manera estrucutras, situaciones, símbolos y construcciones abstractas. Cosas que, directamente ni de manera inmediata son útiles, pero que son transversales a cualquier utilidad y, sobre todo, son útiles para el individuo.
Podría ir una a una con cada una de las disciplinas humanísticas, pero creo que la idea queda clara. Es una pena, como digo, que se confunda de manera tan repetida y en instancias tan cualificadas la utilidad práctica con la utilidad inmediata. Tal vez, y ya será para otra entrada, habría que preguntarse: ¿útil para quién?
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