La libertad supone responsabilidad. Por eso la mayor parte de los hombres la temen tanto
Normalmente intento escribir cada tres días como máximo, pero en esta recta final de exámenes no me ha quedado más remedio que tener que potergar mi escritura por falta de tiempo y de energía. Y una vez acabados estos he estado poco delante del ordenador, ni tan siquiera en mi casa, como para poder escribir.
Es curioso, que después de tanto ansiar el acabar los exámenes, el disponer de tiempo libre, el poder dedicarse tiempo a uno mismo. Es curioso, que con la cantidad de planes que hemos generado por hora de estudio, con la cantidad de cosas que teníamos pendientes por hacer y que íbamos a hacer todas justo acabar los exámenes; nos sintamos vacíos ante tanto tiempo libre.
Y es que cuando uno hace rutina de cualquier cosa, el día que ésta falta, nos parece extraño, nos sentimos en parte vacíos. Pasa, por ejemplo, cuando tienes todas las horas del mundo para dormir pero a las nueve de la mañana ya estás despierto, sin poder dormir, como si tuvieras, hoy también, que pasar una larga jornada entre papeles y libros.
El cuerpo se acaba acostumbrando a lo que le pongamos delante. El alma también. Y por mucho que sintamos ansias de libertad; cuando nos hemos acostumbrado al hábito, difícilmente nos sentimos completos tras alcanzar nuestro logro.
Somos animales de costumbres; de buenas y de malas. Nuestro comportamiento y nuestro conocimiento se basan en gran parte en la repetición, en la rutina y en el hábito. Nos sentimos perdidos cuando nos desvían del camino trazado, aunque llevemos deseando mucho tiempo dejar a un lado la senda marcada.
Quizás por eso seamos tan duros de mollera y nos cueste tanto cambiar de idea: porque sentimos seguridad con lo que “hemos hecho siempre”. La libertad es algo para lo que deberían educarnos, y sin embargo los gobiernos y los sistemas educativos lo obvian. No todo el mundo es apto para disfrutar de la libertad. Hay quién se refugia en la sumisión religiosa, en la familiar o en la laboral. No todo le mundo sabe decidir. Y a pesar de todo, todos vagamos por el mundo sintiéndonos libres en nuestras desgracias.
George Bernard Shaw
Normalmente intento escribir cada tres días como máximo, pero en esta recta final de exámenes no me ha quedado más remedio que tener que potergar mi escritura por falta de tiempo y de energía. Y una vez acabados estos he estado poco delante del ordenador, ni tan siquiera en mi casa, como para poder escribir.
Es curioso, que después de tanto ansiar el acabar los exámenes, el disponer de tiempo libre, el poder dedicarse tiempo a uno mismo. Es curioso, que con la cantidad de planes que hemos generado por hora de estudio, con la cantidad de cosas que teníamos pendientes por hacer y que íbamos a hacer todas justo acabar los exámenes; nos sintamos vacíos ante tanto tiempo libre.
Y es que cuando uno hace rutina de cualquier cosa, el día que ésta falta, nos parece extraño, nos sentimos en parte vacíos. Pasa, por ejemplo, cuando tienes todas las horas del mundo para dormir pero a las nueve de la mañana ya estás despierto, sin poder dormir, como si tuvieras, hoy también, que pasar una larga jornada entre papeles y libros.
El cuerpo se acaba acostumbrando a lo que le pongamos delante. El alma también. Y por mucho que sintamos ansias de libertad; cuando nos hemos acostumbrado al hábito, difícilmente nos sentimos completos tras alcanzar nuestro logro.
Somos animales de costumbres; de buenas y de malas. Nuestro comportamiento y nuestro conocimiento se basan en gran parte en la repetición, en la rutina y en el hábito. Nos sentimos perdidos cuando nos desvían del camino trazado, aunque llevemos deseando mucho tiempo dejar a un lado la senda marcada.
Quizás por eso seamos tan duros de mollera y nos cueste tanto cambiar de idea: porque sentimos seguridad con lo que “hemos hecho siempre”. La libertad es algo para lo que deberían educarnos, y sin embargo los gobiernos y los sistemas educativos lo obvian. No todo el mundo es apto para disfrutar de la libertad. Hay quién se refugia en la sumisión religiosa, en la familiar o en la laboral. No todo le mundo sabe decidir. Y a pesar de todo, todos vagamos por el mundo sintiéndonos libres en nuestras desgracias.
1 comentario:
y ahora es cuando yo te digo...
la libertad no existe gonzalo. la sociedad no nos permite ni nos invita a ser libres. es asi, desde que nacemos y comenzamos a socializarnos entramos en la dinamica social que no abandonaremos nunca y que nunca dejaremos de aprender. solo podemos ser libres en lo que las estructuras nos lo permiten. y aun asi, en esa pekeña parcela de decisión personal, estamos coaccionados unas veces por el miedo y otras por el simple hecho de que nos sentimos raros haciendo algo diferente.
el ser humano necesita las rutinas para vivir. somos animales de costumbres, a eso nos enseñan.
un beso sociológico!
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