La mejor forma de librarse de la tentación es caer en ella
Muchas veces, nuestro instinto o nuestras apetencias van orientados hacia la consecución de algo. Nuestros deseos se orientan hacia una persona o hacia alguna actividad. Y muchas de estas veces, no consideramos nuestros deseos lícitos; o existe algún otro mecanismo de la razón que nos impide satisfacer nuestros deseos.
Llamamos tentación a aquello que deseamos hacer pero llegamos a realizar; bien por miedo, ética o interés (en el sentido de las consecuencias, no de la voluntad), pero nunca por falta de deseo o apetencia.
Normalmente, cuando tenemos a nuestro alcance aluna tentación, la duda nos acomete y pasamos un tiempo considerable debatiéndonos entre el bien y el mal. Hagamos lo que hagamos, nunca saldremos satisfechos del todo. Si hacemos caso a la razón, quedaremos expuestos siempre al dolor de la conciencia; y si por otro lado, nos mantenemos al margen, lamentaremos no haber satisfecho nuestros deseos.
No tengo una solución ante este problema; simplemente, y haciendo caso al maestro Wilde, puedo concluir que para abreviar y aligerar el debate interno es preferible caer directamente en la tentación; y aunque luego salga mejor o peor, ese tiempo que hemos ganado.
Pensar en exceso sobre si hacer o no hacer algo sólo lleva al enfriamiento del deseo. Y si al final decidimos caer, el efecto no será el mismo, y encima habremos perdido el tiempo remordiéndonos por dentro.
Oscar Wilde
Muchas veces, nuestro instinto o nuestras apetencias van orientados hacia la consecución de algo. Nuestros deseos se orientan hacia una persona o hacia alguna actividad. Y muchas de estas veces, no consideramos nuestros deseos lícitos; o existe algún otro mecanismo de la razón que nos impide satisfacer nuestros deseos.
Llamamos tentación a aquello que deseamos hacer pero llegamos a realizar; bien por miedo, ética o interés (en el sentido de las consecuencias, no de la voluntad), pero nunca por falta de deseo o apetencia.
Normalmente, cuando tenemos a nuestro alcance aluna tentación, la duda nos acomete y pasamos un tiempo considerable debatiéndonos entre el bien y el mal. Hagamos lo que hagamos, nunca saldremos satisfechos del todo. Si hacemos caso a la razón, quedaremos expuestos siempre al dolor de la conciencia; y si por otro lado, nos mantenemos al margen, lamentaremos no haber satisfecho nuestros deseos.
No tengo una solución ante este problema; simplemente, y haciendo caso al maestro Wilde, puedo concluir que para abreviar y aligerar el debate interno es preferible caer directamente en la tentación; y aunque luego salga mejor o peor, ese tiempo que hemos ganado.
Pensar en exceso sobre si hacer o no hacer algo sólo lleva al enfriamiento del deseo. Y si al final decidimos caer, el efecto no será el mismo, y encima habremos perdido el tiempo remordiéndonos por dentro.
1 comentario:
yo... siempre he sido partidaria de hacer primero, pensar después. si lo que sea que he hecho en ese momento, era lo que creia o lo que queria hacer, para mi está bien hecho. que luego me arrepienta o no.. es igual. el arrepentimiento e sun sentimiento que creo que no sirve para absolutamente nada. y además tiene consecuencias negativas para uno mismo. puedes sentirlo, pero no puedes cambiarlo. por lo tanto es tonteria desear que no hubiera pasado.
en fin... caer en la tentación, y "que te quiten lo bailao".
un beso tentador (xD)
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