08 diciembre 2013

Lo Ciudadano y lo Social

El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano.
Platón

Ambos conceptos se antojan bastante similares. Hacen referencia, cuando se habla de movimientos sociales y/o ciudadanos, a movimientos que hunden sus raíces en personas que no ocupan un puesto en las instituciones y de la que se ha de presumir (o se pretende) espontaneidad, en el sentido en que nacen de la solidaridad y/o la conciencia de dichas personas, que no son arrastradas por élites o líderes. Son, en definitiva, movimientos horizontales.


No obstante, a mí se me antojan algunas diferencias entre ambos términos. Cuando se denota que algo es social, se hace más hincapié en la solidaridad que en la espontaneidad. Existen políticas sociales, y éstas, en su mayoría, están encaminadas a socorrer o auxiliar a personas (parte de nuestra sociedad, y de ahí nace la obligación moral) que precisan de dicha ayuda. Así, en cierta manera, lo social se me antoja a mí más sentimental, pudiendo ser incluso movida o llevado a cabo por algún tipo de liderazgo, e incluso pudiendo ser una moda o un movimiento de masa.

Por otro lado, cuando se hace referencia a ciudadanía, parece que el elemento principal del término es el individuo, su razón y su capacidad crítica, amén de su libertad. A través de su individualidad, esta persona puede (y así ocurre muchas veces) asociarse con otras en pro de acciones solidarias y de búsqueda del bienestar de sus conciudadanos y vecinos, pero la determinación de realizar tal o cual cosa viene de una reflexión crítica, de una libertad de conciencia y de acción que tiene como conclusión el llevar a cabo las proclamas o actividades que sean.

Además, el concepto ciudadano parece quedar claramente desvinculado al poder organizado y establecido, ya sea militar o político, haciendo referencia o aludiendo a una suerte de persona media, con sus propios intereses, criterios y preferencias.

Lo social, por su parte, puede ser impuesto (aunque cabría la cuestión metafísica o conceptual de si la solidaridad puede ser impuesta) como se demostró en regímenes fascistas o comunistas. Sin embargo, la ciudadanía nunca. Ya que, aunque se consagren formalmente derechos de ciudadanía, sin una educación y cultura apropiadas, una persona no podrá alcanzar el estatus de ciudadano, en cuanto que su libertad será incompleta. Serán la educación y la cultura, además, la que proporcionarán en el ciudadano, de manera espontánea, el instinto social, la necesidad de formar parte y construir una sociedad justa.

Esto son simplemente reflexiones acerca de dos conceptos muy de moda. Y podemos preguntarnos: ¿cabe lo social sin ciudadanía? ¿Sería plenamente social? ¿Es preferible lo social por parte de la ciudadanía o, por el contrario, del Estado u otros poderes organizados? Estas cuestiones las dejaremos, en todo caso, para otra entrada.

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02 diciembre 2013

El Papel de los Intelectuales

Los que se enamoran de la práctica sin la teoría son como los pilotos sin timón ni brújula, que nunca podrán saber a dónde van.
Leonardo Da Vinci

Se habla con relativa frecuencia de los intelectuales con la intención de dar una legitimidad al mensaje que es transmitido por su parte, aprovechando el respeto que la sociedad les profesa y la autoridad (en su sentido etimológico) que les confieren. Que un mensaje sea promulgado por un llamado intelectual gana ciertos enteros, y es por ello que muchos se empeñen en llamar intelectual a cualquier cosa.

Es esto una más de las consecuencia de la sociedad actual, la sociedad del eufemismo, la sociedad del cambiarle el nombre a las cosas y de llamar a unos conceptos con la denominación de otros, de tal manera que la mente del oyente (o lector) se amolde y se oriente hacia un concreto pensamiento, lo que implica acercarnos cada día más al doblepensar orwelliano que trae consigo la pérdida de libertad que previó Confucio: “cuando las palabras pierden su significado, el hombre pierde su libertad”.

Una vez enunciada mi disconformidad con la definición (o el uso, mejor dicho) de intelectual que destaca en la sociedad actual, quiero proponer en esta entrada la mía propia.

Cotidianamente lidiamos con unas construcciones abstractas meramente humanas. Debido a la familiaridad con que en las sociedades humanas hacemos uso de ellas dejamos incluso de ser conscientes de que son puras abstracciones. Me refiero a conceptos como el lenguaje, el sistema político o el Derecho. Conceptos que no se hallan sino en la cabeza de los seres humanos que los emplean y que se rigen según sus normas. Conceptos asumidos como naturales aunque realmente no lo son.

Este tipo de ideas y conceptos necesitan, al igual que los fenómenos naturales, un análisis y una reflexión, además de una reformulación abstracta. De igual manera que el científico y el ingeniero pretenden analizar, comprender y adaptar la realidad físicomaterial, los intelectuales desempeñan una realidad homóloga con las abstracciones del ser humano. Abstracciones por otra parte fundamentales para el funcionamiento de las sociedades y los grupos humanos como el desarrollo técnico.

A esto hay que añadir además su carácter aséptico. Su labor se ciñe a esos abstractos, sin que persigan una repercusión en el mundo material. Sus instrumentos son las ideas abstractas, los conceptos abstractos, y aunque no ha de excluirse su participación en el mundo material, no será éste el que los mueva, sino como una forma de llevar a cabo sus análisis y construcciones.

Por eso, desde aquí, quiero reivindicar el papel de todos aquellos que se dedican a esa labor de análisis y desarrollo de esos entes abstractos, cuya importancia se ignora aunque su valor es fácilmente calculable imaginando la supresión de los mismos.

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