Winston Churchill
Si algo bueno tiene el estudiar Ciencia Política, es que tanto en las clases como en las conversaciones con los compañeros salen continuamente debates acerca de temas políticos, lo cual permite a uno conocer puntos de vista diversos además de que nos vemos forzados a refinar argumentos y a reflexionar sobre esos mismos debates. Sin ir más lejos, unas de las cuestiones que planteábamos era: ¿puede una democracia consentir que compitan en unas elecciones partidos no-democráticos?
El sólo concepto de democracia podría llevarnos a escribir miles y miles de folios, procurando precisar sus detalles y reflexionando sobre algunas de sus características. Siendo un poco simples, podemos quedarnos con dos elementos principales: elecciones libres competitivas para elegir gobierno y protección de derechos fundamentales (es posible, incluso, que dentro de lo segundo se incluya lo primero). En esta reflexión, nos quedaremos con el primero de los elementos descritos.
Volviendo a la cuestión que nos atañe, parece claro que el argumento de que si la democracia consiste en la libertad de concurrencia a las elecciones, sería una contradicción en sí misma que la democracia impidiera a otros movimientos presentarse a la misma.
Sin embargo, esta concepción se hace desde una perspectiva positiva de la democracia. Positiva en el sentido de que se entiende a la democracia como un movimiento político más, una ideología, un conjunto de pensamientos que pugnan por imponerse en la sociedad, una serie de valores concretos que también compiten.
Tal vez esta concepción positiva no sea del todo adecuada para analizar la democracia. Ésta, por otro lado, puede comprenderse desde una perspectiva negativa: la democracia no es sino una garantía de que diferentes movimientos ideológicos puedan competir en la lucha por el poder, siendo la democracia una garantía formal y procedimental de que ningún grupo pueda imponerse al resto sin un refrendo popular. En otras palabras: que la democracia, más que para elegir gobernantes sirve para quitarlos.
Esta idea (que es prestada, por cierto), me parece más adecuada para explicar la democracia. Y desde esta perspectiva, la pregunta que abría la entrada podría responderse negativamente sin riesgo de socavar la esencia de la democracia, permitiendo, legítimamente, impedir que grupos que pretendan acabar con esta garantía misma que es la democracia, opten al poder. La democracia, desde este punto de vista, no es más que un esqueleto, una estructura básica, que puede y deber ser completado con las más diversas aportaciones de movimientos ideológicos; una garantía de que nadie que no cuente con el respaldo de la mayoría del pueblo pueda ostentar el poder de manera ilimitada.
Asimismo, y como conclusión personal considero que todo movimiento político que contradiga las normas mínimas de la convivencia democrática (simplificando mucho, elecciones libres competitivas y derechos fundamentales) no debería poder competir de manera legítima por la ostentación de poder.
1 comentario:
Es lógico. Si se aceptan partidos separatistas o respaldados por terroristas ¿por qué no aceptar partidos de violadores, o de pederastas, o de asesinos? Votantes tendrían. No lo dude...
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