Una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores.
He sostenido más de una vez, y sigo sosteniendo, que una buena conversación es uno de los mayores placeres del mundo. Así me lo parece, al menos. No siempre resulta fácil encontrar a un o unos interlocutores adecuados para tal efecto. Pero cuando se encuentran, el resultado es increíble.
Una buena conversación contiene numerosos factores que la hacen apetecible y placentera. El primero de ellos puede ser la cordialidad. Cuando uno habla con otra persona de manera cordial, está transmitiendo y recibiendo afecto continuamente de forma subliminal mediante las palabras. El intercambio risas y bromas son síntomas de una charla agradable y evidencia de una sintonía. Es una buena forma de estrechar la amistad entre varias personas.
Otro factor al que suele recurrirse en las conversaciones es la rememoración del pasado común. La nostalgia de ese pasado, el recuerdo de otros tiempos, produce una sensación positiva y estrecha la simpatía entre quienes las comparten. Como he comentado alguna vez, los recuerdos son una forma de volver a vivir las cosas.
Ha de tenerse en cuenta el enriquecimiento que supone la adquisición de ideas de otras personas. También sucede con los puntos de vista, con las perspectivas diferentes sobre un mismo objeto o situación. Aprende uno a ver las cosas desde otro lado, conociendo otros factores y quedándose con los que más interesantes o acertados encuentra.
Además, suelen tratarse en las buenas conversaciones proyecciones para el futuro. Se crean ganas. Ganas para emprender proyectos o simplemente para realizar mejor las funciones y tareas que ya se desempeñan. Una conversación suele ser un punto de partida para algo.
En definitiva, la conversación hace sentir apego por la vida. Es consecuencia de nuestra condición de animal social. Tras una agradable conversación uno encuentra su papel en el mundo, se dibuja con más perspectiva. Las conversaciones ayudan a trazar el contexto vital de uno, nos ayudan a descartar qué no queremos y a decidirnos por lo que sí.
Winston Churchill
He sostenido más de una vez, y sigo sosteniendo, que una buena conversación es uno de los mayores placeres del mundo. Así me lo parece, al menos. No siempre resulta fácil encontrar a un o unos interlocutores adecuados para tal efecto. Pero cuando se encuentran, el resultado es increíble.
Una buena conversación contiene numerosos factores que la hacen apetecible y placentera. El primero de ellos puede ser la cordialidad. Cuando uno habla con otra persona de manera cordial, está transmitiendo y recibiendo afecto continuamente de forma subliminal mediante las palabras. El intercambio risas y bromas son síntomas de una charla agradable y evidencia de una sintonía. Es una buena forma de estrechar la amistad entre varias personas.
Otro factor al que suele recurrirse en las conversaciones es la rememoración del pasado común. La nostalgia de ese pasado, el recuerdo de otros tiempos, produce una sensación positiva y estrecha la simpatía entre quienes las comparten. Como he comentado alguna vez, los recuerdos son una forma de volver a vivir las cosas.
Ha de tenerse en cuenta el enriquecimiento que supone la adquisición de ideas de otras personas. También sucede con los puntos de vista, con las perspectivas diferentes sobre un mismo objeto o situación. Aprende uno a ver las cosas desde otro lado, conociendo otros factores y quedándose con los que más interesantes o acertados encuentra.
Además, suelen tratarse en las buenas conversaciones proyecciones para el futuro. Se crean ganas. Ganas para emprender proyectos o simplemente para realizar mejor las funciones y tareas que ya se desempeñan. Una conversación suele ser un punto de partida para algo.
En definitiva, la conversación hace sentir apego por la vida. Es consecuencia de nuestra condición de animal social. Tras una agradable conversación uno encuentra su papel en el mundo, se dibuja con más perspectiva. Las conversaciones ayudan a trazar el contexto vital de uno, nos ayudan a descartar qué no queremos y a decidirnos por lo que sí.
2 comentarios:
¡Jo!, pues eso me pasa a mí... cuando encuentro a alguien que tiene conversación sobre cosas que también me interesa, puedo celebrarlo...
Saludos.
Cuando quieras, una ;-)
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