Charles Péguy
Puede que una de las características más visibles de la posmodernidad es la de mantener a los individuos en una actitud continua de “estar vivo”. Este estar vivo, que va mucho más allá de la mera supervivencia biológica, tampoco tiene una definición clara ni hay un consenso en torno a ello. Podría identificarse con la plenitud vital, aunque no del todo, porque la plenitud tranquila no parece estar del todo ligada a este “estar vivo”, que insinúa de alguna manera la experiencia activa.
¿Cómo podría describirse es estar vivo? Tal vez esta pregunta requiera cientos de páginas en un ensayo que explore más de una dimensión. Mi intención en estas líneas es simplemente llamar la atención sobre una de ellas: la de la inquietud.
En mi opinión la inquietud interior señala que una persona está viva. Esta inquietud puede revelarse de muy distintas maneras: desde la curiosidad científica a la necesidad de la exploración sensorial. Lo que sí parece que tienen de común denominador es la no conformidad con la realidad actual, con la situación presente. La inquietud arrastra al individuo al movimiento, a la acción, ya sea, como apuntaba arriba, desde una búsqueda intelectual a una experiencia.
El movimiento va intrínseco a la vida. Lo inerte está muerto y hay quien pese a respirar sufre interiormente una "estaticidad" tal que lo asemeja al mundo inanimado. Tal vez por eso la vida se asocie más a la juventud: por esa ingente de proyectos y energía que desprende, por la búsqueda continua de algo nuevo, de algo diferente. Es la inquietud el motor de las personas. Es, en cierta manera, la que dota de sentido las existencias.
¿Cómo podría describirse es estar vivo? Tal vez esta pregunta requiera cientos de páginas en un ensayo que explore más de una dimensión. Mi intención en estas líneas es simplemente llamar la atención sobre una de ellas: la de la inquietud.
En mi opinión la inquietud interior señala que una persona está viva. Esta inquietud puede revelarse de muy distintas maneras: desde la curiosidad científica a la necesidad de la exploración sensorial. Lo que sí parece que tienen de común denominador es la no conformidad con la realidad actual, con la situación presente. La inquietud arrastra al individuo al movimiento, a la acción, ya sea, como apuntaba arriba, desde una búsqueda intelectual a una experiencia.
El movimiento va intrínseco a la vida. Lo inerte está muerto y hay quien pese a respirar sufre interiormente una "estaticidad" tal que lo asemeja al mundo inanimado. Tal vez por eso la vida se asocie más a la juventud: por esa ingente de proyectos y energía que desprende, por la búsqueda continua de algo nuevo, de algo diferente. Es la inquietud el motor de las personas. Es, en cierta manera, la que dota de sentido las existencias.
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