Vivimos en una sociedad donde todo lo que no esté sometido al examen de la ciencia parece que es inútil, obsoleto, malo, falso o ridículo. La ciencia es la que elige hoy lo que es bueno o malo, lo que es verdad y lo que es mentira. Suple a la religión, hoy en día, en muchos aspectos, ya que lo que hoy es “científicamente probado” ayer era “palabra de Dios”.
Es innegable que la ciencia ha hecho posible la evolución del ser humano en los últimos cinco siglos a un ritmo exponencial, pero eso no significa que para que algo sea válido o sea bueno haya de pasar rigurosamente el test de la ciencia.
Por ejemplo, el análisis de la sociedad, lo que hoy se denomina “ciencias sociales”, tiene escaso rigor científico, en el sentido de que continuamente salen estudios contradiciendo a los anteriores, y se crean tendencias y grupos. Es una “ciencia” que funciona a base de teorías, a base de experimentos, sin leyes ni teoremas, basándose únicamente en la experiencia. ¿Cuánto rigor “científico” tienen este tipo de “ciencias”? O lo preguntaré de otra manera ¿Cuánto de fácil es falsificar o manipular un estudio de estas “ciencias”?
Yo no niego que no haya un conocimiento acerca de la sociedad y los comportamientos sociales, pero me parece excesiva la categoría de ciencia para algo que entra en continuas contradicciones y que no se puede demostrar. A mi entender, las ciencias sociales es a la ciencia lo que la leche frita a la leche: se basa en la ciencia (leche), pero no es una ciencia como tal.
Puede que todo este escepticismo sobre las ciencias sociales provenga de mi ignorancia respecto a ellas, donde en dicho caso, y espero que así sea, tengo ahora seis años por delante para comprenderlas.
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